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Llevo algunas semanas preguntándome por qué escribo sobre software. No logro responderme, pero en el proceso creo haber descubierto, al menos, desde dónde lo hago.
No soy un gran programador. Ni siquiera estoy seguro de ser uno bueno. No soy un teórico del software, no tengo educación formal en el tema y me ha faltado constancia y método, a lo largo de los años, para hacerme una base sólida. Cuando lo pienso, creo que lo que tengo es un poco de oficio, algunas ideas y otro tanto de experiencia.
Habiendo establecido eso, creo que escribo desde el error. Desde haber tomado incontables malas decisiones, de haberme equivocado fuerte. Pero también, desde poder revisarlo.
De todos los skills que he adquirido en relación a la programación, hubo dos que me costaron enormemente.
Uno fue aprender a reconocer mis limitaciones. A animarme a decir “no sé” en un canal de IRC. A aceptar que nadie nace sabiendo y que lo que no se sabe se puede aprender.
El otro fue a aceptar mis errores, tratar de aprender de ellos y sobre todo a no avergonzarme al cometerlos.
Cuando yo estaba aprendiendo a programar, tuve la suerte de hacerlo con alguna gente que también estaba aprendiendo. Lamentablemente, nuestros superiores (otros programadores con más experiencia) eran esa clase de gente que te hace sentir mal por estar aprendiendo. Al estilo ¿cómo que no sabés lo que es OLAP? (miradita cómplice con el compañero, sonrisita socarrona).
De esos tiempos guardo el desprecio por la gente que averguenza a otros por lo que saben o dejan de saber. El tipo que cree que la tiene más larga porque leyó sobre Smalltalk en la facultad. El que se rió cuando no supe que era “bitwise operation”.
También recuerdo de ésas épocas a gente que se ofreció amablemente y sin juzgarme, a enseñarme. A ayudarme a aprender. A entender que más importante que lo que sabés es cuánto estás dispuesto a aprender.
Yo nunca supe suficiente sobre programación para enseñarle nada a nadie. Pero me he equivocado bastante y he pasado algún tiempo revisando algunos errores como para poder escribir sobre ellos.
Ayer leí por ahí algo así:
Cuando un hombre descubre que su padre tenía razón, ya tiene un hijo que cree que su padre se equivoca.
Hay cierta recursividad en la idea que me resulta apasionante. Y que resuena fuertemente con lo que me está pasando en relación a la programación.
Dudo que vaya a convencer a nadie de nada con lo que escribo. Sé que hay gente que de tanto en tanto encuentra pequeñas cosas que le hacen click. Puede ser un post en un blog, un pedazo de código que llama la atención. Una charla en una conferencia.
Mentiría si digo que no fantaseo con la posibilidad de que a alguien le sirva lo que escribo, y de poder ayudar, desde el lugar que me pude construir, del mismo modo que me han ayudado. Así que, al menos desde acá, esto es lo que sé hacer.